Los Monopolios del Siglo XXI

Hablar de los monopolios en el siglo XXI resulta extraño. Los monopolios han sido objeto del odio colectivo desde principios del siglo pasado; se han convertido en la figura económica cliché del sistema capitalista, que representa todo lo malo que puede haber en una corporación. Sin embargo, en la actualidad casi todos los países pueden presumir que han combatido de forma exitosa a los monopolios, al menos en occidente, quedando solamente algunos vergonzosos ejemplos vivientes, o al menos eso creemos.

Por lo anterior, hablar de monopolios en pleno uso de su poder y en pleno siglo XXI resulta tan extraño. La globalización y la democratización de la información gracias a la tecnología, hace parecer que la existencia de estos es un fenómeno aislado, en peligro de extinción. Sin embargo, no hay nada más alejado de la realidad.

Pero antes de entrar de lleno al tema, es importante retomar un poco la historia.

El Ascenso y la Caída de los Monopolios en el Siglo XIX y XX

EUA, el país con la economía más grande del mundo – por ahora – , y a pesar de su Presidente #45, es el principal promotor de un sistema de mercado abierto y libre, donde las “manos invisibles” de la economía son las que marcan la pauta en relación al sistema económico, donde la existencia de un Estado pequeño está ahí solamente para corregir las ineficiencias del mercado.

Sin embargo, irónicamente fue también EUA quien le mostró al mundo los peligros de una economía completamente libre y desregulada, al permitir la existencia de los monopolios más grandes que ha conocido la historia humana, creadores de fortunas que aún para los extravagantes estándares actuales resultan ofensivas.

En el siglo XIX, EUA se encontraba en proceso de convertirse en la nación económicamente más poderosa del mundo; empresarios como Cornelius Vanderbilt, John D. Rockefeller y Andrew Carnegie encontraron en Norteamérica una tierra fértil para construir sus vastos imperios, donde las regulaciones eran prácticamente inexistentes, y lo único que podía interferir entre ellos y sus anhelos de poder económico ilimitado eran ellos mismos. Monopolios, oligopolios, colusión, cárteles, dumping, tácticas predatorias, EUA lo tuvo todo durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.

Así, John D. Rockefeller se consolidó como el ganador absoluto de esta batalla de poderes corporativos, amasando la fortuna más grande que ha conocido la historia moderna y la más grande que ha conocido empresario alguno: $336 billones de dólares, ajustados a valor presente. Su empresa, Standard Oil, se convirtió desde entonces en un ícono de la maldad corporativa, de todo lo malo que podía existir en el sistema capitalista, de la necesidad de un Estado más fuerte y activo en la economía, y en general, de todo lo que era un monopolio.

Fue por personajes como Henry De Lamar Clayton Jr y John Bates Clark, que alzaron la voz contra los monopolios, que finalmente en 1914 el Congreso de los EUA asestó un golpe decisivo a los monopolios a través del Acto Clayton. Fueron los Demócratas quien lideraron esta iniciativa, caracterizados siempre por una ideología que, a diferencia de los Republicanos, siempre ha abogado por un Estado más grande y poderoso, en contra de los egoístas intereses corporativos y a favor de la población más vulnerable.

Así pues, se había establecido lo que sería el antecedente más poderoso de la lucha anti-monopolios en todo el mundo.

Lobos en Piel de Cordero: Los Monopolios han Vuelto

Regular los monopolios en ese entonces era sencillo. Todo se trataba de recursos, de “cosas”. Standard Oil llegó a controlar el 91% de la producción global de petróleo, y el 85% de la venta del mismo y sus derivados; la empresa fue obligada a dividirse en unidades de negocio más pequeñas, que compitieran entre sí. Y así, siguieron muchas otras.

Sin embargo, los monopolios nunca se fueron por completo, y es que a pesar de la imagen negativa que poseen – ganada a pulso pero también ha sido objeto de la exageración de los medios – muchas personas ignoran que los monopolios representan una solución real ante ciertos errores del mercado. Además, existen otros monopolios que aunque silenciosos, definen el rumbo de países completos e incluso de la economía del planeta: los Bancos Centrales. Pero todo esto es material para otro blog.

En épocas recientes han aparecido otros monopolios, perfectamente adaptados a la economía del conocimiento, que subsisten en un entorno abstracto, casi ajenos a las leyes del hombre, no comercian con cosas y son agradables a la vista. Ahí radica precisamente su peligrosidad.

Estoy hablando de las empresas tecnológicas, pero no de las que producen computadoras, celulares o algún tipo de hardware. Hablo de sistemas operativos, aplicaciones, redes sociales y motores de búsqueda.

Estas empresas que están en todos lados y en ninguno al mismo tiempo, tienen acceso a nuestra vida, nuestra información y nuestras cuentas bancarias; son administradas por sofisticados algoritmos, funcionan con estructuras de personal sumamente ligeras, y operan esquemas fiscales que minimizan sus cargas tributarias; aunque están conformadas como personas morales, el poder de las mismas está concentrado en sus socios fundadores; están en todos lados al mismo tiempo y solo necesitan una conexión a internet para hacerse presentes.

Me refiero a empresas como Google, Facebook, Apple y Uber, por mencionar solo algunas, que han hecho de las Cortes de Justicia internacionales sus segundas oficinas, siempre por malas prácticas empresariales, típicas de un monopolio, como lo son el predatory pricing y el dumping, sin mencionar la manipulación deliberada de sus plataformas para destruir a la competencia:

Aquí algunos ejemplos:

  1. Google es una empresa que, como ya se mencionó, ha hecho de las cortes – principalmente las europeas – su segundo hogar, al ser acusada de manipular sus algoritmos de búsqueda para beneficiar a los productos y servicios propietarios de la empresa. Aunque la empresa siempre ha sido muy reacia a compartir datos como sus MAU (monthly active users), se estima que el buscador recibe alrededor de 105 billones de búsquedas por mes. Actualmente propietario del SO más popular del mundo en dispositivos móviles, Google se ha consolidado como El Gran Hermano, que está en todos lados y todo lo ve; irónico que durante todos estos años su mantra haya sido «don’t be evil».
  2. Facebook, actualmente en un escándalo relacionado a la inversión rusa en publicidad para favorecer a Donald J. Trump en su campaña presidencial en 2016 y la negativa de Mark Zuckerberg a compartir información relacionada al caso, actualmente también ha sido objeto de críticas por su fallida estrategia de estructuración de capital social que tenía por objetivo darle a su fundador control total sobre la empresa. Con una base mensual activa de 2 billones de usuarios alrededor de todo el planeta, Facebook se ha convertido en la base de datos personales más grande del mundo y aunque su nuevo enunciado de misión dicta “to bring the world closer together”, la realidad es que Facebook ha amasado su fortuna a través de la venta de datos personales para efectos publicitarios, venta que se hace por algoritmos automatizados que, como en el caso de la intervención rusa en las elecciones de EUA, no discriminan el objetivo de las campañas publicitarias. Para terminar, Facebook ha sacado la chequera cada vez que un nuevo competidor aparece en el horizonte (ejem… WhatsApp), y cuando la compra no ha sido la solución, ha hecho uso de todo su poder para plagiar el modelo de negocio de sus competidores para hacerlos caer (ejem… Instagram vs SnapChat).
  3. ¿Qué se puede decir de Apple, que no se haya dicho antes?, odiada por unos y amada por otros. Primero con el iPod, y después con el iPhone, la compañía devoró a la industria musical, aprovechando la amplia difusión de su hardware no para limitar, sino para eliminar las opciones de sus consumidores en relación a la compra de música digital. Y eso fue solo el principio: la estrategia de la empresa siempre ha sido restringir en su hardware las aplicaciones de terceros, para fomentar un ecosistema propietario donde sus consumidores enfrenten altos costos de cambio, reteniéndolos de esta manera a través de prácticas predatorias.
  4. Uber, la empresa tecnológica de moda, la start up más exitosa de todos los tiempos; esta empresa ha hecho millones en un sector tradicionalmente regulado, como lo es el trasporte público, sin poseer un solo vehículo. Actualmente envuelta en polémica debido a sus prácticas monopólicas y de evasión de la ley que rayan en el descaro; la evasión selectiva de pasajeros relacionados a investigaciones en contra de la marca, manipulación de tarifas para destruir a la competencia, establecimiento de tarifas abusivas a los conductores al ser la única plataforma que ofrece el servicio, evasión fiscal y hasta una cultura organizacional que promueve el acoso sexual.

¿Por qué los Organismos reguladores permiten esto?

Pues técnicamente no lo permiten, y es que como lo mencioné anteriormente, es común para estas empresas visitar los tribunales. Ha sido Europa donde se han establecido controles más estrictos para evitar este tipo de prácticas monopólicas, ya que este continente se ha caracterizado por poseer un Estado más grande, con ciertas inclinaciones socialistas, donde la regulación y la búsqueda del bienestar público son una constante.

Sin embargo, en el país más rico del mundo, el que siempre marca la pauta y donde todas estas empresas tienen su origen, la respuesta ha sido mucho más tibia. La voluntad gubernamental se ha concentrado más en proteger la propiedad intelectual de estas empresas que en proteger a sus consumidores. Irónicamente, muchas de estas empresas tampoco hacen aportaciones fiscales significativas a dicho país, ni tampoco hacen contribuciones importantes al empleo (por supuesto que las cantidades nominales que pagan por concepto de impuestos son enormes, pero en relación a sus ingresos, son insignificantes).

¿Por qué ocurre esto? Porque EUA siempre ha representado al estado capitalista por excelencia, donde el Gobierno debe ser pequeño y las regulaciones mínimas. Pero aunque esta explicación podría parecer suficiente, la realidad es más obscura.

¿Dónde están entonces los De La Mark y los Clark en su versión moderna?, ¿por qué si EUA siempre ha sido el más grande bastión del capitalismo y del Estado pequeño, sí se enfrentó y derrotó a los monopolios de principios del siglo XX?

La respuesta es simple: han sido los Demócratas los que siempre han impulsado las agendas sociales y, en este caso las regulatorias. ¿Y qué tienen que ver los Demócratas con estas empresas? Mucho: la mayoría de estas empresas están establecidas en el Estado de California – en Silicon Valley para ser exactos -, un estado liberal, impulsor de la agenda demócrata no solo en el estado sino en todo el país. Sobra decir que los fundadores y accionistas mayoritarios de estas empresas son simpatizantes de este partido y se han convertido así en importantes benefactores del mismo, usando su poder e influencia a través de las plataformas que ellos mismos han creado para impulsar la agenda demócrata en EUA.

Es así entonces que estas empresas han comprado su inmunidad. Es por ello que han sido capaces de llegar tan lejos sin que nadie levante la mano señalándolas como un potencial peligro para los intereses de la sociedad. Los republicanos no lo harán: su base de votantes no espera de ellos una agenta pro-regulaciones. Así pues, los monopolios del Siglo XXI pueden seguir creciendo, incrementando su poder no solo económico, sino también político y social, hasta que sea la misma sociedad la que le demande a su Estado la regulación de estos imperios modernos.

Pero para lo anterior, todavía falta, todos estamos demasiado ocupados buscando un restaurante en Google, preguntando sus opiniones a nuestros amigos en Facebook, mientras esperamos al Uber que pedimos en desde nuestro iPhone.

 

¡Gracias por tu visita! Si quieres saber mas de la forma en la que las redes sociales lucran con tu información, te recomiendo leer este blog:

 http://www.rfaconsulting.com.mx/rudyfernandez/el-robo-legitimo-de-las-redes-sociales/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.