¿Que pasa con la economía global?

¿Que ocurre con la economía? Mientras que el mundo ha vivido durante la última década de una estabilidad económica relativa, con un crecimiento modesto, la percepción de la mayoría de la población es que su situación económica personal se ha deteriorado o, en el mejor de los casos, estancado; los precios no han dejado de subir mientras que los ingresos no les han podido seguir el ritmo. Por otro lado, se empiezan a gestar revueltas ideológicas en diferentes partes del mundo, acompañadas de un sentimiento xenófobo cada vez más y más intenso, sobre todo en algunas potencias occidentales. Mientras tanto, América eleva la proclama America First!, y se mantiene al margen de la deteriorada situación económico y política a nivel global, mientras que los mercados financieros se aproximan de forma sigilosa al siguiente abismo, que terminará de recrudecer la lucha social y política decenas de países.

¿Suena familiar? Por supuesto que sí, pero por las razones equivocadas. Y es que la narrativa anterior es una descripción de la situación sociopolítica y económica del mundo durante las primeras décadas del siglo XX, por allá de 1910 y hasta antes de la gran depresión en 1929. Escalofriante ¿verdad? Y bueno, el resto de la historia ya es conocida por todos: crisis económica, crisis humanitarias, genocidio y dos guerras mundiales…

En fin, la pregunta aquí es cómo ayuda ésta narrativa a responder la pregunta que da título a este breve artículo. La respuesta es sencilla, y es que la historia tiene muchas lecciones, sobre todo económicas, y siendo la economía una ciencia completamente creada por y para los seres humanos, no es difícil tener una idea más o menos clara de lo que le espera a la economía global durante los próximos 5 o 10 años.

Actualmente la situación económica actual no es tan mala como aparenta, de hecho es hasta años recientes que los efectos devastadores de la crisis subprime del 2008 quedaron casi completamente superados, algo que tomó más de 7 años. Sin embargo, la economía aún es frágil y podría empeorar rápidamente, ello producto de políticas económicas fallidas implementadas durante los últimos 30 años, que esencialmente siguen intactas y que si bien han conducido al mundo a uno de los más grandes periodos de paz y prosperidad vistos durante los últimos siglos, también han hecho más evidente y más grande la brecha entre ricos y pobres, mientras que las promesas de prosperidad para todos ya se han convertido en una farsa más para las personas y los países más pobres del mundo: mientras que las empresas rompen año contra años sus records de ventas y de utilidades, se llevan a cabo recortes masivos de personal en todo el mundo, mientras que los niveles de sueldo siguen estancados.

Mientras tanto, Wall Street sigue en un rally frenético de un Bull Market que reporta ganancias de capital históricas no vistas desde 1987 (así es, el mismo año del crack bursátil). ¿Y a qué se debe este optimismo? Especulación: estamos bien pero no tan bien como el mercado bursátil de EUA podría sugerir. Después de todo, tenemos un grupo de multimillonarios dirigiendo el destino de la economía más grande del planeta.

¿Qué está fallando entonces? La incapacidad de las políticas económicas, fiscal y monetaria, de generar crecimiento sostenido y sustentable, libre de ciclos económicos de recesión y recuperación, que aunque se nos ha hecho creer que son naturales, realmente son el resultado directo del crecimiento basado en la deuda y en el gasto público. Sumemos el hambre especuladora de la banca internacional, el exceso de intromisión del Gobierno en ciertos ámbitos, y su incompetencia en otros donde sí hace falta. Y eso es solo en los países desarrollados; en el segundo y tercer mundo, las cosas pintan mucho peor.

En este punto, el peor enemigo actual de la economía es la polarización ideológica actual. Porque, admitámoslo, la economía global no es tan mala como podría pensarse; quizás unos retoques aquí y allá, un rediseño de la estrategia económica global por aquí, una revisión de la globalización por allá (ojo, revisión, no combate ni supresión), etc. Sin embargo, lo que realmente la pone en peligro en su frágil estado es la ideología política preponderante.

Esa misma ideología que, haciendo uso de la propaganda, nos hace creer que las cosas marchan mal, muy mal. Esa misma ideología que, con la bandera del pueblo, pretende entrometer al Estado en aspectos que no le incumben a través del proteccionismo económico, el combate a la inmigración, el ultranacionalismo, el racismo, el gasto público desorbitante, la manipulación de divisas y la deuda pública. Por otra parte, busca también excluir al Estado de temáticas que deberían ser de su competencia, como la regulación puntual y precisa en ámbitos cruciales como la salud pública y los utilities, así como el combate a la corrupción, especulación y avaricia corporativa.

Es todo lo anterior lo que ha sumergido al mundo, durante los últimos tres o 4 cuatro trimestres, en un torbellino de especulación, volatilidad y temor. México en particular ha sido uno de los más golpeados en dicho escenario, escenario que también esté siendo usado con fines políticos y por tanto, ideológicos.

Y es ese mismo torbellino lo que está haciendo imposible la consolidación de una economía que recientemente se levantó de su último colapso. Y mientras no haya claridad en el futuro, las inversiones se ralentizan, las empresas operan bajo escenarios conservadores y los mercados financieros operan motivados completamente por las emociones provocadas por noticias insignificantes del tipo de “la FED se reunirá la próxima semana para evaluar la posibilidad de subir tasas”. Porque noticias como la anterior, aunque definitivamente tienen un impacto en la economía, o deberían ser capaces de depreciar una moneda de forma significativa o desplomar una bolsa de valores, como ha venido ocurriendo en México desde hace ya más de un año.

¿Qué pasa con la economía entonces? La economía global es sana, pero débil aún, susceptible a la emoción de los inversionistas y a las corrientes ideológicas polarizadas de occidente.

Mi consejo, el siguiente:

  • Si eres inversionista, mantén la cabeza fría, ya que la volatilidad de los mercados financieros internacionales se mantendrá durante un par de trimestres más, por lo menos hasta que el gobierno de EUA tome rumbo en política económica, el Brexit comience a implementarse y se celebren elecciones en Francia y Alemania. Recuerda que hay quien habla de la “maldición del 7” en relación a las depresión económica que se “celebra” casi cada década y si observas ganancias de capital que a tu criterio no están justificadas, quizás sea momento de tomarlas y esperar el ajuste del mercado para comprar barato.
  • Si eres empresario, haz proyecciones conservadoras de crecimiento, cuida tus flujos de efectivo y recuerda que el crédito se está encareciendo. Jerarquiza tus prioridades de inversión y limita tus proyectos a aquellos que sean prioritarios para la consolidación y el crecimiento, y que no comprometan la liquidez de la empresa en el corto plazo. Si eres importador, es el momento de revisar la cartera de proveedores, y eres exportador ¡aprovecha el bache del peso mexicano!
  • Si eres una persona preocupada por sus finanzas personales, los fondos de inversión no están resultando instrumentos tan atractivos como los fueron en otras décadas y la alta volatilidad no hace recomendable entrar al mercado de renta variable por el momento. En un momento en que las tasas de referencia de los bancos centrales se encuentran a la alza, quizás la mejor idea será invertir en ellos, obteniendo así retornos aceptables con un bajo riesgo. Evita los gastos innecesarios y que puedan comprometer tu estabilidad financiera en los próximos doce meses.

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